En 2009 se comenzó a usar en el distrito londinense de Brixton una moneda complementaria o local llamada "Libra de Brixton". Dicha moneda está basada en una idea que se ha llevado a la práctica en varias comunidades rurales en Gran Bretaña. La Libra de Brixton puede cambiarse por la moneda nacional británica, la Libra Esterlina, y es aceptada por los minoristas como forma de pago. Sin embargo, no puede usarse fuera del distrito ni depositarse en una cuenta bancaria para generar interés. Su uso fomenta la producción local y reduce las emisiones de carbono derivadas del transporte de mercancías.
Una moneda complementaria es realmente una forma de dinero cuyo función es ser utilizada junto con otras formas de efectivo. Regularmente son monedas locales y están diseñadas para facilitar diferentes tipos de actividades económicas, o sociales que no podrían efectuarse de otra manera, por lo que son llamadas monedas comunitarias, monedas locales o monedas alternativas; son diferentes tipos de dinero que circulan entre diferentes tipos de organizaciones o personas.
Esta idea está relacionada con el concepto de "pueblos de transición", un movimiento comunitario de individuos preocupados por el cambio climático y la idea de que los combustibles fósiles serán cada vez más caros en el futuro cercano debido a que la cantidad en que los utilizamos no es sustentable, por lo que es necesario alejarse de la dependencia hacia los hidrocarburos y particularmente el petróleo. Los pueblos de transición emergieron en 2006 en Devon y se han extendido de manera global como parte fundamental del movimiento ambientalista. La idea es que un grupo de personas que viven en un determinado pueblo o ciudad empiecen a pensar en cómo esa población en particular debe lidiar con la falta de combustibles fósiles y desarrollen planes y proyectos al respecto. Algunos pueblos elaboraron el proyecto de las monedas complementarias o locales para apoyar su economía y reconstruir los circuitos locales de producción y consumo.
La idea de los "pueblos de transición" está basada en el plan de re-localización de la economía cuyo argumento básico es: tenemos que relocalizar porque no seremos capaces en el futuro de mover tantas materias primas y mercancías como lo hacemos en la etapa actual de comercio globalizado, por lo que una moneda local es una forma de apoyar ese proceso.
Sin embargo, el aspecto antiglobalizador de la re-localización hace cometer a muchos el error de creer que antes todas las economías eran locales y que la grande y perversa economía globalizada las destruyó. Claro que hay una miríada de ejemplos donde la globalización tuvo un efecto dañino, pero también existen muchos ejemplos de comercio global desde tiempos muy antiguos, como la Ruta de la Seda o el comercio mediterráneo en la época de las polis griegas.
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