28 sept 2013

El Pensamiento Político de Maquiavelo


Lo que parece fascinar a Maquiavelo de la política es que ella hace posible, cuando es realizada con verdadera virtud política, hacer grandes cosas, es decir, fundar o refundar Estados, religiones, leyes e instituciones, y defenderlos protegiéndolos de las potencias extranjeras, y haciéndose temer y respetar de los ciudadanos. Si el príncipe ha de aprender a “no ser bueno”, si ha de utilizar las virtudes del león y del zorro, si ha de emplear la crueldad y el engaño, “de ser necesario”, no es para gozar como un tirano miserable de privilegios e impunidad, sino precisamente para realizar estas hazañas. Dada la heterogénesis de los fines que domina las acciones históricas, en la política lo que cuenta no son las intenciones, sino las consecuencias, y éstas nunca pueden referirse exclusivamente a los propósitos o a la virtud “subjetiva” de los actores, sino que tienen, también, que tomar en consideración el papel de la fortuna. Es todo esto, parece decirnos Maquiavelo, lo que hace grande y admirable la acción política, y no, como parecían creer los mezquinos y frívolos príncipes que tan claramente desprecia, los privilegios, la opulencia y la riqueza ligados al poder.

La política es dura, la política es difícil, la política es cosa seria, y sus imperativos son irreductibles a los de la moral y a los de la religión. El que quiera salvar su alma, el que busque la santidad, el que no soporte la maldad y conflictividad de los seres humanos, bien hará en no comprometerse políticamente. No porque, como a veces se dice, la política sea ajena u opuesta a los valores, sino precisamente porque es un esfuerzo por afirmar ciertos valores en contra de otros valores y en contra de una tenaz resistencia de una realidad áspera, compleja e incluso traicionera. De afirmar, eso sí, valores políticos: el orden, la libertad, la igualdad, valores de la convivencia política, y de afirmarlos no mediante buenos argumentos o mediante buenos ejemplos, sino mediante la fuerza, la astucia y las leyes, precisamente porque la naturaleza o condición de los seres humanos –violenta, egoísta, manipuladora y ambiciosa de poder y de privilegios– los niega, los pervierte y los destruye.   

Salazar, Luis, “Maquiavelo y el Nacimiento del Pensamiento Político Moderno”, en Para Pensar la Política, México, Universidad Autónoma de México, 2004, pp. 173-174.

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